Viajar a india sin duda es una experiencia de vida
Viajar a india sin duda es una experiencia de vida, es entrar a un territorio donde las reglas sociales y morales tienen una connotación cultural muy profunda, es sentir la impermeable capa de religión y autenticidad que rige un país de riqueza histórica multicultural, es experimentar la esencia de las personas de india en su calidez humana que desborda limites, y no es exageración puesto que su creencia es que los invitados deben ser tratados como dioses y sí que lo cumplen! Se puede describir este país desde tantos puntos de vista como el número de sus habitantes y visitantes, en un sin fin de lecturas, al unísono entre todos podemos coincidir en su grandeza, en su identidad propia, en lo arraigadas de sus costumbres y en su propio orden ilógico.
Pero hay una cosa de la que nadie nunca puede escapar y es la fascinación de exponer sus cinco sentidos a descubrir nuevas formas de ver la vida, eso es lo que enamora, ese es el no se que de India que deja prendidos los corazones. Y como no va a atraernos? Si precisamente nos desestabiliza, nos intriga, nos reta, nos enseña que hasta ahora lo que hemos dado por sentado de lógica y orden en la vida es relativo, que las cosas inamovibles son relativas, que todo es posible y al mismo tiempo no, un país de libertad, de democracia pero de sumisión inimaginable, un país de ensueño, de encanto y desasosiego. Si! Es un país donde los contrastes reinan, donde el mismo escenario de caos puede ser el de sosiego, donde la riqueza se mezcla con la pobreza extrema, donde se clasifican las personas generacionalmente, donde se viene al mundo con una vida casi arreglada, donde se es parte de una gran familia por siempre, de una fraternidad social rígida, donde a pesar de tener libertad de pensamiento las mentes están regidas por hilos transparentes de religiosidad tradición y cultura que finalmente deciden, repercuten y trascienden, así es india, o al menos una parte de ella, porque su grandeza no se puede describir en corto, su esencia es tan compleja como su tamaño.
Que decir de su territorio casi tan imponente como su gente como su pensamiento y costumbres, una nación que lo tiene todo, desde zona desértica, pasando por la montañosa, hasta las increíbles playas y esto solo en general, un país de nieve, de calor intenso, de humedad, de lluvias fuertes, de brisa, un destino para todos los gustos, para deleitar todas las pupilas, un país de atardeceres mágicos, un país de paisajes coloridos, vivos, patrimonio de la humanidad. Sin duda su territorio no es lo único que impacta, sino lo que han hecho de él, una tierra cuna de millones de templos, dedicados a las innumerables formas de percibir a Dios, un país donde creer en Dios es la base de la existencia, donde hacerlo parte de su vida diaria de sus hábitos desde comportamentales hasta alimenticios es el diario vivir de millones y millones de personas, un país donde se han construido fuertes, palacios havelies, donde al día de hoy sigue pesando su historia, sus conquistas, sus imperios ya extintos, donde sigue latente sus raíces que cada ciudadano es consiente y a la fecha no se pierde, vive en la memoria en el impacto generacional y en la cultura de hierro e inflexible que sostiene las raíces del recuerdo de un imperio autónomo luchando por mantenerse ante la inevitable evolución social.
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